refugios históricos

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ARGENTINA Y LOS REFUGIOS HISTÓRICOS DE LA EXPEDICIÓN SUECA 1901-1903

Doctor Ricardo Capdevila (*)

1 - ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA

La arqueología histórica general comprende la búsqueda, situación, clasificación, conservación, restauración, mantenimiento de sitios, artefactos, y construcciones históricas. Los elementos recuperados, debidamente tratados para estudio y exposición se insertan en la actividad museológica.
La arqueología histórica antártica es la rama de esta ciencia y técnica, dedicada específicamente a los sitios y monumentos históricos situados en el continente antártico que, sometidos a las condiciones extremas de la meteorología de aquel espacio geográfico, aún pueden ser situados y sometidos al tratamiento adecuado para su conservación hacia el futuro.

2 - EL PROGRAMA ARGENTINO MUSEOANTAR

El programa MUSEOANTAR tiene por finalidad cumplir con el compromiso tomado por la República Argentina como país miembro del Tratado Antártico para salvaguardar el patrimonio histórico del continente antártico en el área geográfica de su influencia. Consecuentemente, esta tarea tiene relevancia nacional e internacional, y los monumentos que involucró en su origen, son los bienes relictos de la Expedición Sudpolar Sueca (1901 - 1903) del Doctor Otto Nordenskjöld, en atención a que la misma está íntimamente vinculada a los comienzos de la actividad científica oficial argentina en aquellas comarcas.

3 - ANTECEDENTES

En el ámbito internacional se ha volcado mucho empeño en la restauración y mantenimiento de los monumentos históricos antárticos, en concordancia con las disposiciones del Tratado Antártico. En la Reunión Consultiva realizada en Canberra en 1961, se recomendó a los gobiernos que adoptaran medidas para proteger las construcciones, tumbas u objetos de interés histórico del daño o destrucción, y que produjeran informes y consultas sobre su estado y restauración (Recomendación I - 9 y, más tarde, la Recomendación V - 4). Posteriormente los gobiernos confeccionaron una lista de monumentos históricos y asumieron la responsabilidad de su mantenimiento. Los monumentos involucrados en el programa MUSEOANTAR forman parte del listado de la Recomendación VIII - 9 que los incluye de la siguiente manera:

  • Monumento Nº38: Cabaña construida en la isla Cerro Nevado, en Febrero de 1902, por el grupo principal de la Expedición Sueca al Polo Sur, dirigida por Otto Nordenskjöld. (Latitud 64° 24´ S; Longitud 57° W).

  • Monumento Nº39: Cabaña de piedra en bahía Esperanza, construida por un grupo de la Expedición Sueca al Polo Sur en Enero de 1903. (Latitud 63º 24´ S; Longitud 56° 59´ W).

  • Monumento Nº41: Cabaña de piedra en la isla Paulet, construida en Febrero de 1903 por Carl A. Larsen, capitán noruego del buque náufrago ANTARCTIC de la expedición sueca al Polo Sur, dirigida por Otto Nordenskjöld, junto con la tumba de un miembro de la expedición. (Latitud 63º 35´ S; Longitud 55º 47´ W). A este monumento se le agregó, un cairn de piedra construido por los náufragos del buque en el punto más alto de la isla, para llamar la atención de alguna expedición de rescate. Este último monumento fue hallado en la campaña 1993 - 1994 en un vuelo realizado por el equipo de trabajo del programa, y relevado en la campaña de verano siguiente ("El cairn de piedra de la isla Paulet - Un monumento arqueológico poco conocido" Contribución I.A.A. Nº 447 - Buenos Aires 1996).

Debe señalarse que el Monumento Internacional Nº38, la cabaña de isla Cerro Nevado, es también Monumento Histórico Nacional declarado por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº6058 del año 1965, en virtud de ser uno de los hitos de la actividad antártica argentina. Por ello, cuando se planificó el programa de restauración, se consultó a la Comisión Nacional de Museos, Lugares y Monumentos Históricos de la Secretaría de Cultura de la Nación, la que aprobó los trabajos proyectados.

La comunidad antártica internacional ha puesto especial empeño en la restauración y mantenimiento de construcciones históricas del tipo de la situada en Cerro Nevado. Ellas son: las instalaciones de la Expedición "Cruz del Sur" dirigida por Borchgrevink (1898 - 1900), situada en cabo Adare; las correspondientes a las expediciones británicas de Scott y Shackleton (1901 a 1913), sitas en punta Choza (Hut) y cabos Royd y Evans, de la isla Ross, en el mar del mismo nombre; y de la expedición australiana de Douglas Mawson (1911 - 1914), construida en la bahía del Commonwealth sobre la costa Adelie, al Oeste del cabo Grav.

Por último, debe señalarse que en las recientes reuniones del Tratado Antártico, se ha reafirmado la necesidad de salvaguarda del patrimonio histórico, y puesto de relieve el éxito del desarrollo del programa MUSEOANTAR, como ejemplo para la comunidad (XVI Reunión Consultiva del Tratado Antártico - Bonn, 15 - 19 de Abril de 1991).

4- RESEÑA HISTÓRICA

A comienzos de 1902, y luego de recorrer la región occidental de la península Antártica, la expedición sueca del doctor Otto Nordenskjöld, a bordo del ballenero ANTARCTIC, tentó, en la región oriental de la misma península, alcanzar la latitud que el comandante del buque, capitán C. A. Larsen, había logrado a principios de la última década del siglo anterior, en una expedición ballenera, pero no lograron penetrar el mar de Weddell hacia el sur. Por ello, luego de recorrer las islas del sur del archipiélago de Ross, se eligió a la isla Cerro Nevado (Snow Hill) para el asentamiento de la vivienda de madera fabricada en Suecia, que habría de albergar a los expedicionarios durante la proyectada invernada de ese año de 1902.
La expedición sueca era de carácter privado, no gubernamental, y estaba motivada en la propuestas de los Congresos Internacionales de Geografía celebrados en Londres en 1895 y Berlín en 1899, los que promovieron el primer intento científico global mancomunado para develar los misterios del continente austral. Tiene especial significación en la historia antártica argentina, por marcar el comienzo de la actividad científica de nuestro país en la región. Esta participación, junto a la creación del observatorio meteorológico y magnético de la isla Año Nuevo –que formaba parte de la cadena para observaciones simultáneas que se instalaron en distintos puntos de la región austral del planeta– así como la compra al Doctor William Bruce de las instalaciones del observatorio de la isla Laurie en islas Orcadas del Sur, son parte de una política coherente con relación al territorio antártico. Este último observatorio es el único en la Antártida que ha producido información científica durante más de cien años, en forma ininterrumpida. Y la relevancia para argentina de la expedición sueca se fundamenta, entre otras razones, en que participó en los trabajos científicos durante los casi dos años de duración de la expedición en Cerro Nevado, don José María Sobral, joven marino y científico designado para realizar estudios meteorológicos, magnéticos y topográficos en aquel lejano sur.
Desembarcados los seis invernantes en la isla Cerro Nevado, a principios de Febrero de 1902, procedieron a armar de inmediato las casillas meteorológica y magnética, donde se albergaron provisoriamente, hasta el día 23 de este mes, día en el que terminaron el armado de la casa habitación.
En aquélla pequeña meseta, situada en un valle conformado entonces por un glaciar –hoy desaparecido– y una meseta mayor, se aprestaron para la invernada, e iniciaron las observaciones regulares, y expediciones de reconocimiento que, por primera vez en la historia, alcanzaron por tierra una latitud próxima al Círculo Polar Antártico (66º 33´S).
El 7 de noviembre de ese año, el buque ANTARCTIC –que con el grupo expedicionario al mando del segundo jefe de la expedición Doctor Gunnar Andersson había realizado trabajos de investigación en las islas Malvinas y de San Pedro (Georgias del Sur)– inició el cruce del pasaje de Hoces (Drake) para terminar el relevamiento de la costa oeste de la península, para luego dirigirse a Cerro Nevado, para replegar a los expedicionarios que invernaron en el lugar. El buque arribó a isla Decepción, en las Shetland del Sur, y luego continuó hacia el sur. Una vez concluidos los trabajos en esta zona, se dispuso a dar vuelta por el extremo norte de la península, para ingresar al mar de Weddell. El mar congelado (pack-ice) impidió el avance por el estrecho que hoy lleva su nombre, por lo que el Doctor Andersson, de acuerdo con el capitán Larsen, decidió desembarcar junto a dos de sus hombres, el cartógrafo Duse y el marinero Grunden, en la costa próxima (lugar que luego bautizarían Hoppet vik o bahía Esperanza). El objetivo era marchar por tierra y el mar congelado hacia Cerro Nevado. Allí esperarían unos días la llegada del buque, que intentaría arribar por fuera de las islas de D´Urville. Si, en un plazo convenido, el buque no llegaba, los nueve hombres marcharían a bahía Esperanza para reembarcar en el ANTARCTIC.
Los grupos fracasaron en sus intentos. Los hombres de bahía Esperanza no pudieron sortear el espacio abierto de mar entre la península y la isla Cerro Nevado, porque estaba descongelado. El buque, por su parte, al penetrar en el mar de Weddell, fue aprisionado por los hielos y naufragó al sudoeste de la isla Paulet.
Tanto los hombres de bahía Esperanza, como los náufragos del buque -que luego de 18 días de armar campamento en témpanos a la deriva, con los escasos elementos salvados del naufragio, arribaron a la isla Paulet- adoptaron idénticas soluciones para sobrevivir y superar las penurias que el futuro les deparaba: construyeron sendos refugios de piedra para albergarse, racionaron sus escasas provisiones, cazaron aves y focas que les brindaba una naturaleza mezquina, y se aprestaron a invernar y enfrentar su incierto destino, al igual que sus pares de Cerro Nevado, que ignoraban la suerte de sus compañeros.
La falta de noticias del ANTARCTIC y de la suerte corrida por la expedición sueca, movilizaron al pueblo y gobierno argentino para iniciar una campaña, cuyo hito de largada fue una carta que el perito Francisco Pascasio Moreno, preocupado por la suerte de su amigo y colega, Otto Nordenskjöld, y sus hombres, envió al diario "La Nación". Había que tentar la búsqueda y el rescate de los sobrevivientes, si los hubiera. Se pidió a Europa algún buque apropiado para la navegación polar, sin éxito, por lo que se dispuso alistar una vieja cañonera de la flota, la URUGUAY, para cumplir el humanitario objetivo.
En Octubre de 1903, reacondicionada, con máquina y arboladura nueva, con su casco reforzado dividido en estancos, al mando del teniente Julián Irízar, zarpó del puerto de Buenos Aires, con rumbo sur.
El 6 de noviembre la corbeta arribó al lugar que la cartografía de James Clark Ross (1840 - 1842) bautizara cabo Seymour (hoy isla Marambio); y el día 8 se produjo en la costa sudeste el avistamiento de una carpa de campaña que pertenecía a los suecos, en el lugar llamado bahía de los Pingüinos. A partir de ese momento, los acontecimientos se precipitaron.
Nordenskjöld, que en octubre de 1903 había partido de Cerro Nevado hacia la isla Paulet para dejar una aviso de su situación en ésta y en bahía Esperanza, encontró en su camino a los tres hombres de bahía Esperanza, que habían franqueado ahora sí el estrecho del Príncipe Gustavo, por lo que abandonó su propósito de arribar a Paulet, y juntos retornaron a Cerro Nevado.
El mismo día del arribo de la URUGUAY a isla Seymour, el capitán Larsen y tres de sus hombres en un bote primero, y en el último tramo a pie por el mar congelado, luego de pasar por bahía Esperanza donde encontraron la choza de piedra abandonada, llegaron a la cabaña de invierno. Estas felices coincidencias permitieron el rescate de todos los expedicionarios. La única baja producida durante la odisea fue la muerte del marinero Ole Wennesgaard, que falleció en isla Paulet como consecuencia de una dolencia cardíaca, agravada por el escorbuto.
La expedición sueca del Doctor Otto Nordenskjöld y su rescate por la corbeta URUGUAY marca, como se dijo antes, el comienzo de la actividad científica argentina en el continente Antártico, las primeras penetraciones terrestres en la Antártida Sudamericana, y la capacitación de los argentinos para trabajar en la zona.

5 - FORMULACIÓN DEL PROGRAMA. TÉCNICAS DE RESCATE Y RESTAURACIÓN.

El planeamiento de un programa singular por su contenido y el medio en que debía implementarse reunió al antropólogo Néstor E. Iribarren, al museólogo e historiador Santiago M. Comerci, y al autor de esta comunicación, hacia fines de la década del setenta. Era un verdadero desafío iniciar una actividad sobre la que existían pocos antecedentes. Consultadas las fuentes bibliográficas, reunimos los trabajos de D.L. Harrowsfield "Arqueología histórica en la Antártida" publicado en “New Zealand Antarctic Record” Volumen I Nº3 del año 1978, única experiencia conocida en la materia, y la obra del Doctor Nordenskjöld "Viaje al Polo Sur", cuidada traducción al español publicada en dos tomos por la Casa Editorial Maucci de Barcelona en el año 1904. Consultamos y fuimos entrenados por el especialista en arqueología histórica del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata, arquitecto Ricardo Alvis. Estas fuentes satisfacían en principio las necesidades del proyecto. El arquitecto Alvis nos instruyó debidamente sobre las técnicas específicas, el método de anastilosis para restauración, técnica esta que separa las partes originales de las recompuestas. Un ejemplo de dicha técnica tuvimos oportunidad de observar en la restauración de las construcciones romanas en el barrio Gótico de Barcelona, bajo el Palacio Real, donde los Reyes Católicos recibieran a Cristóbal Colón cuando regresó de su viaje de descubrimiento.
Para nuestra empresa, la obra de Nordenskjöld, por lo amplio y minucioso del relato, la generosa cantidad y calidad de las ilustraciones, nos proveía casi toda la información necesaria sobre cómo eran las construcciones cuya restauración iniciaríamos. Harrowsfield por su parte proveía un amplio informe sobre las técnicas por él desarrolladas en los bienes relictos de las expediciones de Scott y Shackleton, en similares condiciones a las que debíamos tratar en nuestro programa.
La forma en que los constructores de la cabaña de Cerro Nevado llevaron a cabo su armado nos informaba de la necesidad de un carpintero para las reparaciones mayores de estructura e interiores. Para ello contamos con el inapreciable aporte del señor Oscar Ramón Alfonzo, hombre que, además de ser carpintero de profesión, contaba con el relevante título de haber permanecido cerca de 20 años en territorio antártico. Con él mejoramos nuestros rudimentos en la materia, adquiridos por el autor en aficiones juveniles, en atención a que, probablemente por la celeridad con que debieron realizarse los trabajos de construcción, era de una artesanía significativamente primitiva.
Otro tema a considerar eran las construcciones de piedra de isla Paulet y bahía Esperanza. En un principio se pensó en contratar un "pirquero" personaje ya un tanto escaso en nuestras serranías y montañas, que construían las cercas (pirca) con piedras del lugar, siguiendo tradiciones ancestrales, delimitando por ese medio los espacios para la guarda del ganado. Esta idea fue desechada en razón de que, los hombres que debieron construir aquellas chozas no reunían las características de los pirqueros. Eran, como nosotros, gente común, sin ningún adiestramiento previo en materia de construcciones de piedra, las que realizaron a su leal saber y entender, tal como las circunstancias apremiantes les indicaban.
Para conservar el valor testimonial de los restos, era necesario no alterar el modelo original, principio sobre el que descansa la metodología de conservación, ponderando debidamente que los materiales y las construcciones deben hacer frente en forma permanente a las fuerzas y el intenso desgaste de la meteorología antártica.
Con estas premisas se dio comienzo a la labor. No eran necesarios experimentados especialistas, sino hombres con oficio suficiente y fundamentalmente consubstanciados con los propósitos del programa.

6 - COMIENZO DE LOS TRABAJOS

El 4 de Febrero de 1980, desembarcó en la isla Cerro Nevado el grupo de trabajo del programa y armó campamento, próximo a la antigua construcción, aún en pie. La misma se encuentra en una pequeña meseta de 13 m de altura sobre el nivel del mar, que se eleva entre la ladera de una meseta mayor de unos 200 m de altura, y un glaciar que bajaba también hacia el mar desde el gigantesco domo de hielo que da nombre a la isla. Este glaciar, como se dijo desde la iniciación de los trabajos a la fecha, ha retrocedido hacia el domo y desaparecido del área del monumento.
La cabaña sueca tiene dos plantas (en realidad una planta baja y un entretecho amplio o desván configurado por el elevado techo a dos aguas). La superficie de planta es de 23,67 m2. Las paredes externas son dobles, y en su origen fueron forradas en el interior con papel alquitranado y fieltro, y exteriormente con papel alquitranado. El piso estuvo cubierto por linóleo, y probablemente por algún tipo de alfombrado. Las ventanas eran de hoja doble, rebatibles. Un pequeño vestíbulo de 1 x 2 m era el acceso de la vivienda, desde el exterior hacia el lugar de estar o comedor, el acceso intermedio estaba dotado de doble puerta. La segunda de estas puertas no fue montada, así como las correspondientes a los camarotes, que quitaban demasiado espacio a las reducidas dimensiones de los habitáculos. El lugar de estar tiene un desarrollo longitudinal de 2 m de ancho por 4 m de largo. A él concurren cuatro espacios destinados 3 a camarotes con cuchetas dobles y el cuarto para cocina. La planta alta, desván o entretecho, fue destinado a depósito de víveres y equipo.
Las aberturas o ventanas de la vivienda habían desaparecido, por la acción combinada del viento y el hielo durante 80 años de abandono. Una comisión de marinos que visitó el lugar probablemente en el año 1956, tapió las aberturas con tablazón de madera.
A su arribo, la comisión a cargo del licenciado Comerci, encontró la construcción invadida por el hielo que, en algunas partes, alcanzaba 1,80 m de altura, muy consolidado, producto de la nieve ingresada por las aberturas. Algunos restos del forro de las paredes y linóleo del piso se advertían a través del hielo. En el centro del lugar de estar, entrando y sobre la derecha, estaba una salamandra muy deteriorada por acción del óxido, y con el tubo de su chimenea incompleto. En idéntico estado se halló la cocina económica (a leña o carbón) Husvarna N° 6, quebrada en varias partes, probablemente por la acción mecánica del hielo.
El fenómeno del hielo acumulado tuvo, sin embargo, la virtud de aportar dos situaciones positivas: a) mantuvo en pie la estructura general de la vivienda, pese a la rotura de los vientos de sostén externo; y b) salvaguardó una buena parte de los elementos y materiales utilizados por la expedición sueca y abandonados en el repliegue, sujetos a la depredación por visitantes accidentales.
La primera tarea fue franquear el acceso a la casa, obstaculizado por un montículo de hielo de 1,20 m de altura, que impedía la apertura de la puerta de entrada. Fue una tarea que requirió tiempo y paciencia. Por el resquicio que dejaba la puerta apenas entreabierta, a martillo y pico, se redujo el obstáculo. Como se dijo, el interior de la casa estaba totalmente invadido por el hielo, especialmente del lado sur, donde alcanzaba su cota máxima. Los camarotes presentaban las cuchetas deshechas, fuertemente soldadas por compactos bloques de hielo, dentro de los que también se alcanzaban a distinguir difusamente algunos objetos. Las cuchetas superiores y el mobiliario habían desaparecido y se perfilaban algunos restos dispersos.
El segundo paso de los trabajos consistió en continuar la remoción del hielo hacia el interior. El inevitable uso del pico, ya que por la alta combustibilidad de la construcción y los materiales no podía usarse calor directo, deterioró el linóleo del piso, ya de por sí en muy mal estado, así como la alfombra, algunos de cuyos trozos fueron guardados a efectos de conseguir materiales similares para la futura restauración.
Los permanentes temporales con nevisca y vientos que superaban los 100 km horarios, y las bajas temperaturas de alrededor de -20º, y la combustibilidad de los materiales, impidieron, en los casos en que ello hubiera sido posible, el uso del calor para recupero de objetos.
Una vez descongelado el piso, y facilitado el desplazamiento en el interior, se encaró la tercera tarea específica: el recupero de los objetos con valor museológico, lo que pudo lograrse con paciente labor, especialmente los que se encontraban en las habitaciones situadas al noroeste y sudoeste. En el camarote nordeste se halló una botella con un mensaje dejado por una comisión de marinos que visitaron el lugar en el año 1971. El procedimiento fue suspendido debido a las severas condiciones del clima a mediados de febrero, para continuarlo en campañas siguientes.
Se aplicó la técnica de recupero descripta por Harrowsfield para los objetos insertos en bloques de hielo. Se eliminó el hielo superficial hasta las proximidades del objeto, mediante golpes de pico. Una vez reducido el sólido de hielo a la menor expresión posible, se aplicó en el exterior, calor muy sectorizado con pantallas de gas, para evitar en lo posible dañar los elementos. Como el material así obtenido presentaba fuertes incrustaciones de hielo duro, se desechó cualquier método mecánico para liberarlos, prefiriéndose en cambio, aprovechar la radiación solar. Esto ya había sido previsto cuando se prepararon los materiales en Buenos Aires, por lo que se contaba con dos bobinas grandes de polietileno; una de color negro, y otro tipo cristal, ambos de 100 micrones de espesor. Con estos materiales se envolvieron los sólidos de hielo que contenían objetos para exponerlos a la radiación solar. Al usar este método se obtuvo una mayor absorción de la radiación solar con el polietileno negro, y la refracción entre esa cubierta y la interior de cristal ayudaban al proceso, acelerando la fusión y el total descongelamiento sin someterlo a otros procesos mecánicos. Este paso se dio luego de anotar el sitio donde se encontró cada objeto.
En la campaña siguiente, iniciada en diciembre de 1981, se completó la limpieza de la cocina y el descongelamiento del interior de la vivienda. Una buena cantidad de objetos se recuperaron: piezas de loza inglesa, cubiertos de la misma procedencia, tres calentadores "Primus", uno de ellos con su carga de combustible intacta. En el dormitorio sudeste contiguo a la cocina, se halló un cofre de madera que contenía herramientas, calzado polar, algunos fósiles y huevos de pingüino perforados y vacíos. En el exterior, junto a la choza, se armó una carpa con una gran cubierta de polietileno negro de 1,50 m por 3 m para cubrir todos los artefactos envueltos individualmente o por grupos, también en polietileno. Mientras el sol, con la ayuda del plástico completaba el descongelamiento, se encaró la recuperación de los materiales del desván. Hubo que limpiar la estrecha abertura de acceso al techo, obturada por trozos de hielo, papel alquitranado, lonas, estopa y cueros dejados por los expedicionarios.
Con los trabajos realizados en estas primeras dos campañas, la cabaña descongelada quedó en condiciones para iniciar los trabajos de restauración.

8 – ESTADO ACTUAL DE LOS MONUMENTOS

La cabaña de invernada

Año a año se fueron reparando las mamparas interiores, se reconstruyeron las cuchetas y los escritorios, las ventanas, una mesa rebatible interior, se reparó el piso y el entretecho, se aseguró la construcción con un cableado de acero vinculado a cuatro vientos esquineros externos, sostenidos por fundaciones de hormigón, se realizó un encadenado de hormigón bajo tierra para asegurar la estabilidad del monumento, y se repusieron los forros externos de cartón alquitranado. La pequeña meseta de asiento se degrada progresivamente por el aumento de la temperatura que reduce el permafrost (tierra congelada) lo que requiere un trabajo permanente de relleno y contención desde su base.

En febrero del año 2004, la cabaña sueca fue inaugurada oficialmente como museo “in situ”. El trabajo de restauración exterior e interior está virtualmente terminado. En el interior, lucen distintos objetos utilizados por los expedicionarios, en el estado en el que fueron encontrados durante los trabajos, así como una colección de fotografías que relatan visualmente la historia de la expedición sueca. El sitio es mantenido en la temporada de verano y visitado por contingentes turísticos que aumentan con el incremento de esta actividad.

La choza del doctor Andersson

La choza de piedra de bahía Esperanza, donde invernaron forzadamente el Doctor Andersson, el teniente Duse y el marinero Grunden, ha sido reconstruida a partir de la información documental existente. Los trabajos se iniciaron en el año 1992. Conformaban sus restos un amontonamiento de piedras por el derrumbe de la construcción en el tiempo transcurrido. Utilizando los materiales originales, se reconstruyeron las cuatro paredes y el porche de acceso. La abertura de ingreso, desaparecida por haber usado los cajones que la conformaban con material geológico recogido por Andersson y llevados luego a la corbeta URUGUAY en la expedición de rescate, fue restaurada con maderas viejas halladas en el terreno, restos de una base inglesa incendiada en la década del 50, volviendo a su estado original. Un cerco perimetral de cadenas protege el acceso y permite una mejor apreciación visual de la construcción.
La tarea arqueológica realizada en el interior, permitió rescatar los elementos más significativos que utilizaron los accidentales invernantes del lugar en el año 1903. Parte de los mismos se exponen en la Sala José María Sobral del Museo Marítimo y Presidio de la ciudad de Ushuaia como una reconstrucción de la vida que aquellos llevaron en el lugar.

La choza de isla Paulet

Los náufragos del ANTARCTIC, después de navegar montados en témpanos por varios días, desembarcaron en la isla Paulet. Con las lajas basálticas de la zona, construyeron una vivienda precaria, techada con velas y cueros de foca, en la que se albergaron los veinte hombres, científicos y tripulantes, hasta que los rescató la corbeta URUGUAY. La construcción está situada en medio de una gigantesca pingüinera, y se ha planificado su restauración, protegiéndola con un cerco de metal para impedir la nidificación en su interior, y limpiar el área de guano de pingüino que cubre todo el espacio del habitáculo y que ha producido el deterioro de los objetos que se hallan en su interior, de incuestionable valor museológico e histórico. Los detritus han destruido totalmente un depósito de alimentos que dejara la corbeta URUGUAY cuando replegó a los náufragos, por lo que, los trabajos planificados, constituyen la solución para la conservación de ese importante acervo histórico.

9 - REFLEXION FINAL

Solitarias siluetas enclavadas en paisajes marinos y glaciares, los albergues de la expedición sudpolar sueca del Doctor Otto Nordenskjöld, no son solamente sitios inventariados en las listas especiales del Tratado Antártico. Pese a la rusticidad de las construcciones, cuando se ingresa en ellas invade al espíritu una suerte de mística, hecha de las grandes realizaciones humanas. En ellas vivieron a principios del siglo XX, perdidos en el fondo del mundo, 29 hombres sin la certidumbre de un futuro quienes, sin desesperar, volcaron todo su empeño y su vitalidad en aportar un cuerpo sólido de conocimientos en geografía, geología, paleontología, geofísica, botánica, meteorología, magnetismo y zoología que, aún hoy, después del tiempo transcurrido, son una invalorable fuente de saber antártico, y son el referente necesario para los trabajos modernos. Pero hicieron mucho más que eso: planificaron sus pretensiones, organizaron su escasez y brindaron al mundo resultados que hoy todavía asombran, en proporción a los medios de los que dispusieron.
El patrimonio histórico que trata el programa MUSEOANTAR es un vivo testimonio de la fe, la esperanza y la voluntad del hombre modeladas por su ingenio para ser más, y saber más.
Tuvo nuestro país la suerte de participar activamente en la expedición sudpolar sueca, prestándole apoyo material y logístico desde su partida del puerto de Buenos Aires en diciembre de 1901; colaboración científica con la presencia del entonces alférez José María Sobral como miembro del grupo que invernó en Cerro Nevado; y por último coronó su participación rescatando a los hombres de la expedición al traerlos sanos y salvos de regreso al mundo habitado en la corbeta URUGUAY, que hoy, en el puerto de Buenos Aires, se ha convertido en museo de sus propias glorias y testimonio vivo de una etapa heroica de la historia polar.

REFUGIOS DEL PATRIMONIO HISTÓRICO ANTÁRTICO

El patrimonio histórico antártico rescatado en los trabajos realizados por equipos argentinos se expone en distintos espacios de la Antártida y más al norte.
La muestra más austral es una exposición montada en la estación Matienzo, al este de la península Antártica como homenaje a Oscar Ramón Alfonso, un baqueano de las tierras polares que vivió más de veinte años en las tierras polares y las recorrió por más de 12.000 kilómetros en trineos de perros. Distintos elementos usados en las travesías y en las invernadas lucen en la sala principal de la estación.
En el acceso a la casa principal de la estación Marambio luce una muestra sobre la historia de la base, aérea que rompió el aislamiento invernal del continente en el año 1969, a la que se ha sumado un sector con los trabajos científicos realizados al este de la península Antártica desde la década del sesenta, con los principales hallazgos paleontológicos y episodios históricos que han enriquecido el conocimiento de la humanidad.
Más al norte, en base Esperanza, el museo Gustavo Giró, así denominado en homenaje al argentino que protagonizó las mayores travesías terrestres en el continente, incluso la primera expedición que alcanzó el Polo Sur, expone material fotográfico histórico, así como elementos que se utilizaron en los primeros años de la conquista del continente, sumando una muestra de fauna taxidermizada que es la mayor de su tipo conocida en aquel continente.
En la ciudad de Ushuaia, en el Museo Marítimo y del Presidio de Ushuaia, se encuentra el más rico acervo de materiales históricos y biológicos antárticos, conservados en el Museo Antártico Ushuaia Dr. José María Sobral. 
Las muestras relacionadas, así como las existentes en museos de más al norte, constituyen verdaderos refugios para conservar el patrimonio histórico científico, al servicio de los investigadores, a la vez que se abren el conocimiento de viajeros y de las comunidades a las que sirven.

BIBLIOGRAFÍA

Citada en el texto: Comerci S.M. “Los trabajos de la República Argentina en la isla Cerro Nevado durante las campañas antártica 1979-1980 y 1980-1981” Contribución N° 291 DNA, Buenos Aires 1983.
Goldberg F; Wiklander L.; Capdevila R. “The Swedish Hut in Antarctica”. Mohlin and Reppen Editors, Estocolmo, 2001

(*) El Dr. Ricardo Capdevilla, Ex-Director del MUSEOANTAR, estuvo a cargo de la curaduría de las salas antárticas hasta su fallecimiento, el 9 de julio de 2008 y fue codirector del Museo Antártico junto con el Lic. Carlos Pedro Vairo.